La
transformación de la ciudad letrada a la
ciudad moderna
Ciudades
contemporáneas
Héctor Luna Acevedo[1]
La formación de grandes ciudades en un periodo
contemporáneo amerita su comprensión desde las ciencias sociales para entender
la dinámica social, cultural, en las que están inmersos centros urbanos que se volvieron
receptores de una cantidad de población migrante de distritos rurales y urbanos
en un mismo país, como también de población migrante de otros países. Existe un
movimiento permanente de población que se traslada de países en vías de
desarrollo hacia países desarrollados, por ejemplo, la migración de
latinoamericanos a Europa, crea una reapropiación de otros espacios que establecen
relaciones desiguales. El movimiento poblacional va modificando la pertenencia
del sujeto con su lugar de origen, y encuentran otros espacios con los cuales
se van a identificar. En este contexto intento realizar un diálogo entre los
enfoques de Ángel Rama, Michel Foucault y Michel de Certeau, para lo cual considero
como referencia la formación de la ciudad colonial y contemporánea.
En primer lugar, fueron múltiples factores que
motivaron históricamente la formación de las primeras ciudades en América,
entre ellas está la cuestión política que implica ejercer el poder desde un
lugar estratégico, para controlar a la población que estuvo bajo dominio de
autoridades coloniales que impusieron una lógica de organización jerárquica. La
Iglesia Católica se establece paralelamente al poder político con el fin de
coadyuvar formas de dominio que habían impuesto los conquistadores a miles de
habitantes de América. La otra cuestión es la parte social, donde se jerarquiza
la sociedad en estratos, por lo cual, los primeros en conformar el núcleo
urbano son los españoles, mientras los pueblos de América nunca fueron tomados
en cuenta dentro los modelos de cartografía urbana. Desde este contexto
histórico, Ángel Rama analiza la característica de la ciudad letrada, ordenada,
como criterios desde el cual se configura el espacio urbano. En este sentido la ciudad colonial funciona como sede de
las instituciones políticas, donde sólo confluyen sujetos criollos y españoles
marginando a comunidades ancestrales que fueron y son dueños del territorio
donde los españoles establecieron los núcleos urbanos, al mismo tiempo,
fueron los que administraron del poder, prescribiendo las relaciones de dominio
sobre las comunidades originarias ancestrales.
Rama, se refiere al ejército, la Iglesia , que forman parte
de las estructuras de poder y se encargan de ordenar a la población dentro la
geografía urbana, en este sentido, aparece los modelos ideales que devienen del
pensamiento moderno donde demarca entre la palabra y la cosa, el signo y el
significante, lo cual tiene efecto en América en el diseño de las políticas
urbanas, a partir de ello, se fundamenta la formación de una “Ciudad letrada”
que maneja las instituciones políticas y necesita una burocracia que administra
las normas y las atribuciones jurídicas que otorgan validez a documentos de
propiedad.
Los modelos preestablecidos definen la distribución
poblacional dentro la cartografía urbana, en el centro se encuentra el poder
político, la iglesia, el ejército como instituciones que tenían la potestad de
organizar, administrar, ordenar a toda la población, al respecto Rama
señala, “el orden debe quedar estatuido
antes de que la ciudad exista, para impedir a futuro el desorden […] Una
ciudad, previamente a su aparición en la realidad, debía existir en una
representación simbólica que obviamente sólo podía asegurar los signos…”[2].
Para Ángel Rama, el plano urbano es un mapa donde están incorporadas las
diferencias culturales, se denomina el diseño damero que es la base en la que
se construye la ciudad barroca en América, y deviene de principios epistémicos
en la que muta el renacimiento desde la razón como base de conocimiento
planteado por René Descartes.
En segundo
lugar, una vez que las ciudades se constituyen en el
periodo republicano. La ciudad letrada concentra a escritores, intelectuales,
políticos, militares, quienes se identifican como portadores de una cultura
civilizada, pretendiendo reproducir el proyecto de la modernidad en América,
que implica civilizar al indígena a través de la evangelización Católica, luego
a través de la escuela laica, siendo esto el XIX, cuando surgen intelectuales
como ser, Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) se refiere a la sociedad
letrada como una ciudad civilizada, en relación
Ángel Rama señala lo siguiente, “En
el centro de toda ciudad, según diversos grados que alcanzaban su plenitud en
las capitales virreinales, hubo una ciudad letrada que componía el anillo
protector del poder y el ejecutor de sus órdenes. Una pléyade de religiosos,
administradores, educadores, profesiones […] estaban estrechamente asociados a
las funciones del poder”[3]
.
En esta dirección es importante considerar la noción
de ciudad panóptica que plantea Michel Foucault, ya que se relaciona con la
ciudad letrada, ordenada de Ángel Rama, cuando se establece una relación
coactiva sobre otro tipo de sociedades, como la indígena marginada de toda
participación política, la ciudad panóptica como concepto es una crítica a las
formas tradicionales de control del Estado sobre la sociedad, viene desde los
estados monárquicos de la edad media que tenían el poder absoluto. Desde estas
matrices verticales devienen los mapas urbanos que se imponen tanto en la colonia
y la república, lo cuales jerarquizan la sociedad en estratos.
Con la modernización de las sociedades, la ciudad
panóptica va perfeccionar sus mecanismos de control según el avance de la
ciencia y la técnica, pero ¿cuáles son los fundamentos de una ciudad
panóptica?, es la relación entre lo “normal” y “patológico” que señala Emilio
Durkheim. Lo patológico es lo indeseable, lo bárbaro, extraño, desde el cual el
Estado impone los mecanismos de control político a través de sus instituciones
como la escuela, el ejército, los hospitales, los centros de rehabilitación,
etc. En estos lugares el panoptismo funciona sobre sujetos considerados como sospechoso
por atentar a la ciudad “ordenada”. Por ello, la policía se encarga de
controlar el orden público, la vigilancia cada vez se vuelve más compleja por
múltiples factores, Foucault acerca del panoptismo señala, “El Panóptico es un lugar
privilegiado para hacer posible la experimentación sobre los hombres, y para
analizar con toda certidumbre las transformaciones que se pueden obtener en
ellos. El Panóptico puede incluso constituir un aparato de control sobre sus
propios mecanismos”[4].
Acerca de la escuela fue importante para las sociedades criollas y para el mismo
Estado diseñar un modelo vertical de relación maestro – alumno, para ejercer un
control, vigilancia eficiente sobre el educando. Hoy en día existen cámaras
ocultas en aula de unidades educativas, al menos esto es una realidad, en
países como ser, Estados Unidos, Canadá. Históricamente las sanciones
corporales fueron aplicadas como una forma de advertencia para que el
estudiante no incurra en actos que afecten el orden moral y social del ámbito
formativo. Además, la misma enseñanza escolar para el caso de los centros
educativos de primaria, secundaria fue en castellano, lo que significó una vía
de transculturación de los modelos dominantes sobre otro tipo de sociedades.
Por tanto, la noción panóptica supone la implementación de mecanismos
coercitivos por una estructura de poder a través de la vigilancia, control
sobre el conjunto de la sociedad; como ejemplo, la escuela es un modelo donde
las relaciones coactivas permiten subordinar a los sujetos desde la infancia.
En tercer lugar, la concentración de la población en
ciudades modernas, implica la complejización de la misma, porque los sujetos proceden
de diferentes culturas, nacionalidades, lenguas, relaciones sociales, lo cual, crea
conflictos sociales, políticos, culturales que van siendo cada vez más complejos
y sobrepasan la capacidad de control del propio Estado. En ese contexto es
pertinente considerar la noción de la invención de lo cotidiano que plantea Michel
de Certeau a la luz de los cambios, que expresan las ciudades modernas en una
época donde las tecnologías de comunicación e información se convierten en
herramientas cotidianas de las personas.
Por consecuencia de la modernidad, la ciudad letrada
en un periodo contemporáneo desaparece por los elevados índices de crecimiento
demográfico, y el movimiento permanente
de las personas que transita de un país a otro, ante este panorama, De Certeau,
habla del caminante urbano que encuentra fronteras que prohíben su ingreso, lo
que se expresa en señales, muros que controlan al peatón, y demarcan los
lugares por donde se puede transitar, ya que en algunos casos, se considera
sitios para el tránsito del peatón, turista, etc. En todo caso, existe una
conjugación de representaciones, símbolos, colores; esto en parte significa una
relación entre la representación de la modernidad con las formas clásicas vida
urbana, lo cual, desemboca en una disputa entre sujetos que poseen identidades
culturales heterogénea que se expresa en nuevas formas de discriminación y
racismo.
Los nuevos diseños que se construyen expresan esta
dinámica moderna de estilos que retrotraen lo antiguo con lo moderno. En
relación a nuevas formas de legitimación de la modernidad, De Certeau señala,
“Sin duda alguna, el progreso permite reintroducir una proporción creciente de
desechos en los circuitos de la administración y transforma los déficit mismos
(salud, seguridad,) en medios de los cuales valerse para apretar las redes del
orden”[5].
En sentido foucaultiano, los mecanismos de control
del Estado se perfeccionan según los problemas que ocurren en la ciudad
moderna, una de ellas es la inseguridad que se vuelve complejo ya que requiere
de nuevas técnicas e instrumentos para su atención. Esta será una de las
razones, para que al transeúnte se lo coloquen señales que no permiten su
acceso a determinados lugares a través de símbolos que señalan un orden, área
de tránsito dentro la cartografía urbana que dirige al peatón por calles,
avenidas y plazas. Asimismo, las ciudades modernas van perdiendo sus
identidades locales, ya que éstas se reducen en barrios, rincones. Mientras la ciudad
como totalidad, memoria, identidad se institucionalizan en museos, lugares a
donde se acude según normas urbanas y se vuelve funcional al sistema político,
económico que imperan en la mayoría de los Estados Naciones.
[1] Magíster en Estudios de la Cultura, Mención Políticas Culturales,
Universidad Andina Simón Bolívar sede Ecuador, Quito, Licenciado en Sociología
y Diplomado en Educación Superior, Universidad Mayor de San Andrés, La Paz,
trabaja en el Tribunal Constitucional Plurinacional en Sucre, email:
lunaayrampu@gmail.com
[2] Ángel, Rama, La ciudad letrada, Montevideo, Arco,
1998. P. 21.
[3] Ángel, Rama, ob., cit., P. 32.
[4] Michel, Foucault, Vigilar y castigar; nacimiento de la
prisión, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2005. P. 207.
[5] Michel de, Certeau, La invención de lo cotidiano, I. Artes de
hacer, México D.F. Universidad Iberoamericana, 1996. P.
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