Patrimonio de la Humanidad: Ese oscuro objeto
del deseo
Los potosinos ante la
disyuntiva Preservación o Explotación
Por Luis Víctor Alemán Vargas
Cuenta don Walter Zabala que aquel
viernes, 11 de diciembre de 1987, fue inolvidable. Se había preparado un
programa especial, al pie del obelisco de la plaza 6 de Agosto, para dar a
conocer públicamente la declaratoria de Potosí como Patrimonio Mundial. “Nos
faltaron palabras para expresar la alegría que nos inundaba. Todos cantamos y
bailamos, celebrando esta conquista para Potosí”, recordó con nostalgia don
Walter.
Aquel día, Potosí sumó un título más a
su vanagloriado pasado colonial, aunque esto no significó un cambio sustantivo
en la vida cotidiana de la ciudad. Pues la principal actividad económica,
generadora de empleo y de ingresos para la población, seguiría siendo la
explotación minera del Cerro Rico.
Hace unas semanas, los medios de
comunicación dieron a conocer la decisión de la UNESCO de incluir a Potosí en
la lista de Patrimonio Mundial en Peligro. Según el Comité de Patrimonio
Mundial, las causas serían: “la
potencial degradación del sitio debido a las operaciones de minería, la
inestabilidad y el riesgo de derrumbes en Cerro Rico, las deficiencias en su
conservación, una legislación de protección ineficaz en su aplicación y el
impacto ambiental del complejo hidráulico en el río, que a su vez afecta al
tejido histórico y a la población local”.
Este
inminente “peligro” ha provocado la reacción de diferentes sectores de nuestra
sociedad. A nivel político, el Ministerio de Minería y Metalurgia, junto a la
COMIBOL, iniciaron un proceso de concertación con las cooperativas mineras, con
el fin de paralizar sus labores en la cúspide del Cerro y planificar su
reubicación en otro yacimiento.
Esta
coyuntura, aparentemente crítica, es la más fértil para reflexionar acerca del Patrimonio
Potosino, los discursos que hemos construido en torno a él y los pormenores que
afectan su sostenibilidad.
El Patrimonio en discusión
La preocupación por el patrimonio surgió cuando gran
parte de la población mundial presenció con horror, a través de los medios
masivos de comunicación, la destrucción de monumentos como los budas
de Bamiyán o el saqueo del Museo de Bagdad.
Aquella
coyuntura posibilitó que en la Conferencia General de la Organización de
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) de 1972,
los países participantes acordaran en la Protección del Patrimonio Mundial
Cultural y Natural. A través de este acuerdo multinacional, se inició la
elaboración de un listado de monumentos y lugares, cuyo interés era considerado
excepcional y de valor universal.
Esta política
de preservación patrimonial asumió rápidamente carácter mundial, pues los
ideales de la sociedad moderna global establecían como necesario el respeto y
la valoración de los monumentos, objetos y/o lugares cuyo prestigio histórico o
simbólico así lo justificaban. Pensar o hacer lo contrario no sería
políticamente correcto.
Sin embargo,
como bien lo establece Néstor García Canclini, la definición y preservación de
un bien patrimonial “incurre casi siempre en cierta simulación al pretender que
la sociedad no está dividida en clases, etnias y grupos” (1), se asume que la
grandiosidad de estos bienes patrimoniales trascienden esas fracturas
sociales.
De hecho
existen diferencias sustanciales en la forma como los grupos sociales se
apropian y usan los bienes patrimoniales. Investigaciones sociológicas y
antropológicas sobre las maneras en que se transmite el saber de cada sociedad
a través de las escuelas y los museos, demuestran que diversos grupos se
apropian en formas diferentes y desiguales de la herencia cultural y patrimonial
(García
Canclini, 1999: 17).
Desde estas corrientes de pensamiento,
de la cual García Canclini es uno de sus representantes, se ha criticado
fuertemente la visión tradicional de patrimonio cultural, cuyo discurso de
preservación encubriría las diferencias de uso y concepción que existen en una
sociedad sobre un determinado monumento, objeto o lugar.
Partiremos de esta perspectiva crítica
para analizar la experiencia que la sociedad potosina ha transitado a partir de
su declaratoria como Patrimonio Mundial.
Patrimonio: el proyecto fallido
Según
cuenta don Walter Zabala, al iniciar este proyecto, eran pocas las personas que
creían posible la declaratoria de Potosí como patrimonio mundial. Recién el 11
de diciembre de 1987 la población potosina se constató de aquel logro. Aquel
día se preparó un programa especial a los pies del Obelisco en la plaza 6 de
agosto. Se entonaron el himno a Potosí, la cueca Potosino soy, y otras tonadas
características de nuestra región. “Nos faltaron palabras para expresar la
alegría que nos inundaba. Todos cantamos y bailamos, celebrando esta conquista
para Potosí”, recordó don Walter.
Según
la antropóloga Pascale Absi, aquel título de Patrimonio de la Humanidad, fue
recibido por la población potosina como “una revancha sobre la Historia…Por
supuesto que Potosí ya no ocupaba el alto lugar en la economía mundial como lo
hizo antaño, pero la ciudad todavía era rica por su historia y su cultura. Con
una marca de retraso, el peso del pasado se convertía en un valor positivo; la
Unesco acababa de reactualizar el estatus de la Ciudad Imperial de Potosí”
(Absi, 2005: 9).
La
efervescencia de los discursos, de las promesas, de los sueños futuros se
aplacaría con el pasar del tiempo. Desarrollando pocas acciones concretas en
pos de la preservación y gestión del patrimonio recientemente asumido. Las
instituciones públicas, empresas mineras, organizaciones sociales poco o nada
hicieron por cumplir con las recomendaciones que ICOMOS-UNESCO, a través de su
experto Josep M. Mata-Perello había realizado. Entre ellas: La continuidad de las actividades mineras, y
por consiguiente del trabajo, en el Cerro Rico de Potosí. La salvaguarda de
todos los derechos humanos de los trabajadores y de sus familias. La seguridad
minera integral en todas las actividades relacionadas con los trabajos mineros.
La seguridad de la población civil de Potosí, ante cualquier desprendimiento o
movimiento de los sucus. La salvaguarda del patrimonio del Cerro Rico de
Potosí, en todos sus aspectos; y en especial en el patrimonio del trabajo (2).
Donde sí tuvo efecto el discurso patrimonial fue en
la memoria política del pueblo potosino. Ya que la defensa del Patrimonio, en
tanto discurso, monopolizó el conjunto del debate sobre el futuro económico de
la región. Fue en este discurso donde se cristalizó la expectativa de una
ciudad moderna, cuyo desarrollo fuera resultado de la industria Turística.
Ante
el atraso, la pobreza y el olvido histórico de las autoridades gubernamentales,
la declaratoria de Patrimonio se constituía en el nuevo paradigma de
desarrollo. Y como tal, constituiría el estandarte político para enfrentar a
los detractores del patrimonio.
Es
por esta razón que, aun en la actualidad, la preservación del Cerro Rico de
Potosí se convierte en una de las demandas de primera línea en los pliegos
petitorios de las organizaciones sociales potosinas.
De
esta manera, como sociedad hemos desarrollado una paradójica relación con la
declaratoria de Patrimonio de la Humanidad. Pues adoptamos el discurso de
preservación patrimonial en actos o declaraciones públicas y políticas;
mientras las acciones específicas y planificadas que se desarrollan en función
de preservar este patrimonio potosino, son casi nulas.
El patrimonio residual
Según
Raymond Williams, retomado por García Canclini, es necesario diferenciar entre
patrimonio arcaico, residual y emergente. El primero es lo que pertenece al
pasado y es reconocido como tal por quienes hoy lo reviven. En cambio el
patrimonio residual se formó en el pasado, pero todavía se halla en actividad
dentro de los procesos culturales. Por último, el patrimonio emergente, designa
los nuevos significados y valores a un bien patrimonial.
Cuando
nos referimos a Potosí en tanto Patrimonio Cultural de la Humanidad, hacemos
referencia a un patrimonio residual, pues los elementos que fueron considerados
como parte del bien patrimonial se hallan en plena actividad. Las nuevas construcciones
en la ciudad, el deterioro de cárcamos de antiguos ingenios, pero sobre todo,
las operaciones mineras al interior del Cerro Rico, son prueba de su actividad.
Y,
contrariamente a lo que se pudo pensar en 1987, la actividad turística no se ha
constituido en la principal actividad económica a nivel municipal. Según nos
comenta Renán Velásquez, Presidente Interino de la Asociación Departamental de Operadores
y Agencias de Turismo de Potosí, en el municipio de Potosí existen alrededor de
28 agencias y operadores que emplearían a 168 personas aproximadamente. En
cambio, la dinámica económica que generan las operaciones mineras en el Cerro
Rico de Potosí es bastante superior a la del turismo.
Según
un estudio realizado el 2011, la población económicamente activa de la Sección
Capital de la Provincia Tomás Frías para aquel año era de 55.019. En ese mismo
año las personas empleadas en la actividad minera en torno al Cerro Rico
ascendían a 21.000 aproximadamente, es decir, 4 de cada 10 trabajadores en el
2011 fueron empleados en las operaciones y actividades mineras en torno al
Cerro Rico de Potosí. Este sería el número aproximado de trabajadores que se
verían afectados si se decide parar las operaciones mineras en el Cerro Rico de
Potosí.
“Si
los reubican a los cooperativistas la dinámica turística que generaría el Cerro
Rico sería menos provechosa para las agencias y operadores de Turismo. No
olvidemos que la gente que visita el Cerro Rico viene sobre todo por la
historia que tiene este Cerro y por la explotación que se realiza en la
actualidad. Esto genera mayor admiración hacia este yacimiento minero” indicó
Renán Velásquez.
La
pregunta que sugiere Absi ante este panorama es la siguiente ¿Es el Cerro Rico
de Potosí un monumento patrimonial o un yacimiento en explotación?, ¿Cómo es
considerado por la población potosina? Evidentemente, el discurso patrimonial
generado en 1987, que es constantemente aludido en discursos y pliegos
petitorios, asume al Cerro Rico como monumento patrimonial, por lo cual sus
vetas y yacimientos se convertirían en bienes culturales. Sin embargo, esta no
es la realidad, pues diariamente miles de mineros suben en camiones o vehículos
pequeños hacia las bocaminas que el Cerro todavía dispone para su explotación.
Ellos y los trabajadores que indirectamente se benefician de la actividad
minera, ven en el Cerro Rico una posibilidad, quizás la única, de generar
ingresos para su familia.
Como
menciona García Canclini, “el problema más desafiante es ahora el de los USOS
sociales del patrimonio”. Tema conflictivo que se podría abordar a partir de la
participación de los diferentes sectores de la sociedad en el proceso de
definición y preservación del patrimonio, según sugiere Canclini.
“La política cultural respecto del
patrimonio no tiene por tarea rescatar sólo lo objetos "auténticos"
de una sociedad, sino los que son culturalmente representativos. Nos
importan más los procesos que los objetos, y nos importan no por su capacidad
de permanecer "puros", iguales a sí mismos, sino porque
"representan ciertos modos de concebir y vivir el mundo y la vida propios
de ciertos grupos sociales.” (García, 1999: 33)
Es necesario que tengamos en cuenta,
ningún trabajo técnico, por científico que sea, tendrá resultado en tanto
continúen las operaciones mineras al interior del Cerro Rico, especialmente en
este sector que se ha venido a denominar zona de riesgo. Ing. Hernán Camacho
Fuentes, Decano de la Facultad Minera de la Universidad Autónoma Tomás Frías.
Lamentablemente no hay conciencia
cívica, no hay conciencia cultural. Aquella empresa minera Manquiri, los mismos
trabajadores mineros qué les interesa que el Cerro Rico se venga abajo, lo
único que les interesa es llevarse el dinero al bolsillo, y esas utilidades
invertirlas en otras partes del país. Walter Zabala, Periodista e historiador.
Notas
(1) GARCÍA Canclini Nestor. “Los Usos Sociales del Patrimonio
Cultural”. En AGUILAR Criado Encarnación. Patrimonio
Etnológico Nuevas perspectivas de estudio. Consejería de Cultura, Junta de
Andalucía, 1999, página 17.
(2)
(Mata, 2006: 70) citado en SERRANO Carlos. “Un Patrimonio Mundial: La ciudad
minera de Potosí (Bolivia)”. En De Re
Metállica, Sociedad Española para la defensa del Patrimonio Geológico y
Minero, 2009.
Bibliografía
ABSI Pascale, CRUZ Pablo. “Patrimonio,
ideología y sociedad: Miradas desde Bolivia y Potosí”. En Revista T`inkazos,
PIEB, La Paz Bolivia, 2005.
FERRUFINO Goitia Rubén, ERÓSTEGUI
Rodolfo y GAVINCHA Marco. Potosí. El
Cerro Nuestro de Cada Día. Fundación LABOR, La Paz, 2011.
GARCÍA Canclini Nestor. “Los Usos Sociales del Patrimonio
Cultural”. En AGUILAR Criado Encarnación. Patrimonio
Etnológico Nuevas perspectivas de estudio. Consejería de Cultura, Junta de
Andalucía, 1999.
SERRANO Carlos. “Un Patrimonio Mundial:
La ciudad minera de Potosí (Bolivia)”. En De
Re Metállica, Sociedad Española para la defensa del Patrimonio Geológico y
Minero, 2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario